Sobre los cuentos de hadas Parte 4: Técnica interpretativa en la clínica analítica junguiana


    

     La tarea comienza dividiendo el cuento arquetípicamente en sus diferentes fases. Lo primero que se observa es el tiempo y el lugar de la acción. Esto es fácilmente reconocible, como se explicó antes, el inicio del cuento de hadas nos sitúa fuera del tiempo y del espacio “Érase una vez en el país de las hadas…”. Von Franz (1971) dice “En el ningún lugar del inconsciente colectivo” (p.51). El segundo paso es observar el número de personajes tanto en el comienzo como en el final del cuento. Por ejemplo, en numerosos cuentos del tipo de “Los dos hermanos” nos encontramos con que en su inicio muere su abuela o madre y al finalizar el relato ambos se casan con princesas. Se puede plantear como hipótesis de trabajo que el cuento está explicando la restauración del principio femenino. La tercera fase de análisis es la exposición del problema. Siempre hay un conflicto para el héroe porque de lo contrario no habría historia para contar, por lo tanto, es necesario delimitar el conflicto psicológico e intentar comprender su naturaleza. La cuarta fase de análisis es la peripecia o travesía del protagonista, suele haber varias aventuras o una sola durante el transcurso del relato. La última y quinta fase es el final. Los finales de los cuentos de hadas desde los Grimm hasta la actualidad suelen tener, salvo raras excepciones, finales felices. A saber, Caperucita Roja es devorada por el lobo tanto en la versión de Basile (1634-2006) como en la de Perrault (1697-1952). El cazador-padre, que protege a la niña ingenua, tardíamente aparece en el relato de los Grimm (1805-2015) dando inicio a un paradigmático cambio social y cultural. En cuentos de hadas aún más primitivos suelen no tener desenlaces, es decir, el cuento simplemente termina sin felicidad ni tristeza. En otros, el final es ambiguo, algo propio de la estructura del mundo de las hadas que no se encuentra ni en mitos ni en leyendas, al final feliz se le suma una acotación negativa por parte del narrador que funcionaría como rito de salida. Por ejemplo, algunos cuentos rusos terminan con fórmulas similares a esta que cita Von Franz (1971) “Se casaron y fueron felices y ricos durante toda su vida, pero nosotros estamos acá afuera con frío y muriéndonos de hambre” (p. 53). Esta es una manera simple de salir de la historia mágica y volver a la realidad.

     Luego de reconocer cada una de las fases observando la estructura del cuento con el propósito de ordenarlo, se estudiará con particular atención el número de los personajes, como así también el simbolismo de esos números y el papel que se le otorga a ese simbolismo. Se estudiarán los símbolos en el orden en que se presentan. Por ejemplo, un niño encuentra en el bosque a un hombre anciano de larga barba blanca que luego de darle ciertas pautas le pide ayuda para buscar un cuenco dentro de árbol, pues entonces se deberá amplificar utilizando el método de la amplificación buceando en la memoria del analista y en sus libros tantos temas semejantes como se pueda. Amplificar significa ensanchar un tema recogiendo numerosas versiones análogas a él. Von Franz solía decir en casi todas sus conferencias (1990) que hasta no encontrar 200 no se debía parar. De esta manera se dilucidará no solo los arquetipos, sino en qué función se encuentra cada uno de los personajes. Siguiendo el ejemplo anterior, se puede interpretar a simple vista que el hombre se halla con la función superior envejecida y el niño es quien aporta la renovación con la función inferior.
Debemos preguntarnos si el tema aparece en otros cuentos y, de ser así, bajo qué forma se presenta en ellos, con la finalidad de formarnos una idea de conjunto; solo después se podrá establecer la interpretación sobre bases relativamente seguras. (Von Franz, 1971, p. 55)
Suele pasar que un símbolo que habitualmente es positivo en una historia es negativo en otra. A veces una paloma blanca, cuyo simbolismo más conocido retrotrae al cristianismo y específicamente al espíritu santo y en los cuentos de hadas, suele presentarse como forma antropomórfica de una mujer hermosa, produzca un maleficio o un hechizo. La única manera de analizar el porqué un símbolo de eros positivo aparece negativamente en un contexto preciso es compararlo con su aparición en otros materiales arquetípicos. Von Franz dice “Es necesario conocer el contexto medio en el que aparece un elemento y confrontar los materiales análogos a fin de conocer lo que yo llamaría la anatomía comparada de todos los símbolos del cuento” (1971, p. 56).
     A continuación se establecerá el contexto exacto de cada una de las imágenes que se fueron encontrando. Suponiendo que el cuento se trata de un gato y se ha constatado que este gato en el cuento se comporta de una manera poco habitual. Pues sabemos que en la cultura occidental los gatos son uno de los compañeros más fieles a sus dueños y una mascota dócil para compañía de hogares. Pero también podemos descubrir su opuesto, son considerados como representaciones de brujas a partir de la edad media, cuando la iglesia organizó su gran matanza y los prohibió como animal doméstico, acarreando como consecuencia la peste negra que mato a millones de seres humanos en toda Europa, puesto que las ratas, que traían la enfermedad como parásito, no tenían depredador que las frenase. O también podemos encontrar que Bygul y Trjegul eran los dos gatos dóciles que tiraban el carro de la diosa Freyja en la mitología escandinava. Comparando los materiales hallados con la historia del gato estudiada, se constata que algunas de las amplificaciones ayudan a su comprensión y otras no, la idea es compararlas y descartarlas hasta hallar analogías con el gato del cuento de hadas para poder establecer una relación entre las imágenes.

     La interpretación propiamente dicha consiste en traducir el cuento ampliado a un lenguaje psicológico.

Sabemos que la interpretación moderna es simplemente nuestro mito. Explicamos X por Y, porque Y corresponde mejor a nuestro espíritu actual. Llegará el día en que ya no será así y el que se hará necesaria una explicación Z. Por eso nunca deberíamos presentar una interpretación como definitiva: sería hacer trampas. Solo podemos decir en lenguaje psicológico lo que el mito parece representar, modernizándolo bajo esta forma (Von Franz, 1971, p. 58)

Bibliografía

Paz, N. (1986) El Cuento de Hadas, Mitos y Ritos de Iniciación. Buenos Aires. Editorial Leviatan.
Rousseau, René L. (1988) La Otra Cara de los Cuentos. España. Editorial Dangles.
Von Franz, M. L. (1970) Erase una vez…  España, Editorial Luciérnaga.