El objeto transicional es un objeto que utiliza el niño para suplir la ansiedad que se produce al dormir o al estar alejado de la persona de apego. Este permite al niño constituir un área intermedia entre él mismo y otra persona o entre él mismo y la realidad, puede ser un oso de peluche, un almohadón o cualquier otro objeto generalmente blando. El objeto transicional es a la vez objetivo y subjetivo, objetivo porque se constituye sobre un objeto real, subjetivo porque se le da y atribuye funciones en el campo del pensamiento mágico. Al ir creciendo el niño y tras el impacto del choque contra la cultura, la necesidad del objeto transicional va perdiendo intensidad, pero aun así, estará presente a lo largo de la vida, ya que con cada pérdida que se presenta en esta, se remitirá a la pérdida fundamental y originaria, el paraíso perdido. Es decir, a aquellos años en los que era cobijado por sus padres y ningún otro lugar en el mundo era más cálido y seguro que ese. De esta manera, tras cada pérdida, el ser humano suele volver a aferrarse a algún objeto que le ayude a sobrellevar la angustia, como lo hizo eficazmente con el primer objeto transicional.
En el proceso del duelo, especialmente en un duelo por muerte, el superviviente suele investir un objeto inanimado con un simbolismo que establezca un vínculo entre él y la persona fallecida. A estos objetos se les da el nombre de objetos de vinculación. Se trata de objetos simbólicos que el superviviente conserva y que le permite mantener con el fallecido una relación externa.
Existen cuatro categorías de objetos de vinculación:
1) Una pertenencia del fallecido, algo que le regaló en algún momento especial o algo que llevaba puesto como un reloj, una cadena o una joya.
2) Algo con lo que el fallecido ampliaba sus sentidos, como una cámara de fotos o anteojos.
3) Una imagen del fallecido (fotografía o pintura) que se lleva encima.
4) Algo que el superviviente tuviera en la mano en el momento exacto que recibió la noticia de la muerte o en el momento en que vio el cuerpo del fallecido.
Los objetos de vinculación se utilizan para afrontar la angustia de la separación y representan una especie de triunfo sobre la muerte. Se diferencian de los recuerdos (cuando alguien querido muere es normal que se guarde un recuerdo) en que los objetos de vinculación están revestidos de mucha más significación y provocan una gran ansiedad al no tenerlos cerca.
En la terapia del duelo, a no ser que el objeto de vinculación este sostenido por un sistema de creencias espirituales como por ejemplo el Animismo, que sería beneficioso en el proceso del duelo, se intentará lograr que el hecho de guardarlo sea porque trae buenos recuerdos y no por la necesidad de tenerlo para sentirse bien.
Referencias
Volkan V. (1981) Linking Objects and Linking Phenomena. EEUU. Editorial Hardcover
Winnicott, D. (1972) Realidad y Juego. Argentina. Editorial Granica.
Worden, W. (2016) El Tratamiento del Duelo. España. Editorial Paidós.