Eugène Delacroix pintó en 1826 “El Duque de Orleans mostrando a su Amante” inspirado por una anécdota del libro “Las damas galantes” de Pierre de Brântome, obra póstuma publicada definitivamente en 1741. Según esta historia, el duque Luis de Orléans, hermano del rey Carlos V de Francia, quiso mostrar a su amigo Aubert le Flamenc, los encantos de su amante, pero teniendo el cuidado de ocultar el rostro de la joven con una sábana “por una cuestión de cortesía hacia la dama”. Le Flamenc le dijo al duque luego de observarla en diversas poses “realmente es envidiable lo que usted está disfrutando”, sin percatarse de que estaba admirando a su propia esposa, Mariette d'Enghien, con la que el duque estaba teniendo una aventura.
Más allá de la obra de Delacroix como arte y de la anécdota de Pierre de Brântome como chimento (toda su obra es un compendio de chimentos de alta clase), me propongo esbozar un análisis de los personajes. Remarco “esbozar” porque profundizar en un análisis de personalidades a partir de una anécdota y una pintura supondría un paso después del análisis salvaje.
1) Aubert le Flamenc no reconoce a su esposa desnuda ni de adelante ni de atrás ni de costado, algo que me lleva a hipotetizar tres variables a) No le interesaba verla desnuda b) Hacía mucho que no la veía desnuda c) Solía tener sexo con las velas apagadas. Esto lleva a analizar, superficialmente, las tres hipotéticas variables de le Flamenc:
a) No le interesan las mujeres, se ha casado por conveniencia y su preferencia sexual es otra.
b) Tiene a su vez otra u otras amantes, su mujer le interesa poco y los cuerpos desnudos de todas las mujeres les resultan todos iguales, ya que repite un patrón sistemático en la elección de sus amantes.
c) A su mujer no le molesta que la vean desnuda, por lo contrario, parece que la excita, por lo tanto, es él quien necesita apagar las luces para realizar el acto sexual. Se puede inferir que tiene algún tipo de complejo de inferioridad o inseguridad sobre su propio cuerpo o una moral religiosa extrema que lo lleva a considerar el acto sexual como algo impúdico y pecaminoso, por lo tanto necesita hacerlo a escondidas (de Dios, presuponiendo que Dios no ve a oscuras).
Aclaración: de Flamenc no es Voyeurista porque tal parafilia tiene como condición que el observado no de consentimiento, de haber consentimiento no es voyeurismo aunque haya excitación sexual. Es decir, no es un trastorno mental, sino un juego sexual consentido.
2) El Duque de Orleans parecería ser un perverso similar a un caso sobre el que leído de un hombre que le pedía a su amante que llamara al marido y hablara telefónicamente con él mientras le practicaba sexo oral. Infiero que el Duque es en realidad un sádico y ella es simplemente su complementaria, una masoquista. Entendiendo como masoquismo según la definición del DSMV como “…excitación sexual intensa derivada del hecho de ser humillado….” y al masoquismo como “…excitación sexual intensa derivada del sufrimiento físico o psicológico de otra persona y que se manifiesta por fantasías, deseos irrefrenables o comportamientos”
Este análisis presupone un juego sexual consentido entre los amantes porque no parece haber indicios psicológicos que indiquen otra cosa, ya que Mariette d'Enghien no es su esposa (de ser su esposa podría presumirse que está actuando obligada, pero hipotetizar que actúa obligada por su amante es otorgarle demasiado poder sexual al Duque y una posición de sumisión total que retomaría el diagnóstico de masoquismo pero, visto desde otro punto de vista).
¿El Duque es quien tiene algún tipo de complejo de inferioridad y necesita demostrarle a su propio Ego que tiene poder sobre el marido engañado? ¿Es un juego de poder? En todo caso el diagnóstico no dejaría de ser sadismo. A no ser que repita lo mismo con cada una de las amantes que vaya teniendo y ese patrón de conducta significaría otra cosa muy distinta (Por esa razón es imposible hacer un análisis de personalidad por una conducta aislada). Es decir, si su perversión se circunscribe solo a esa puesta en escena, abría que analizar el porqué de la necesidad imperiosa de ponerla en acto y de repetirla.
3) Mariette d'Enghien podría ser una mujer objeto y sometida para los cánones feministas actuales, pero como se ha observado está engañando a su marido con su amante, por lo tanto, no está siendo sometida y de estarlo sería dentro de un juego sexual consensuado porque en cualquier momento podría salirse (El duque también estaba casado). Parecería que se excita siendo observada como podría plantearse en un cuadro de histeria o en un trastorno de exhibicionismo (¿Por qué lo haría si no?) ¿Ella disfruta y se excita engañando a su marido en sus narices o se excita siendo sometida por el sádico de su amante? ¿Y si es ella quien propuso el juego y es un error plantearlo desde la perspectiva del Duque?.
La anécdota es corta y la pintura no dice mucho más que lo que se puede inferir en este pequeño y escueto bosquejo de análisis que deja más preguntas que certezas. En el mundo actual, Delacroix, tendría material de sobra para miles de pinturas con solo dar una ojeada de soslayo en internet, puesto que historias similares pululan en la red. Pero siempre es aconsejable, si el acto conlleva angustia, hablarlo con un psicólogo matriculado.