Cuando se habla de sueños de muerte se refiere a determinadas estructuras básicas arquetípicas que acompañan normalmente el proceso de agonía en las profundidades del alma. Los símbolos que aparecen en estos sueños muestran una coincidencia temática o estructural con las creencias de las diversas religiones sobre la vida después de la muerte. Es decir, los mismos símbolos se repiten sistemáticamente desde las civilizaciones ágrafas hasta las más modernas. Analizando los sueños se puede dilucidar que nos encontramos frente a una gran cantidad de imágenes míticas. Se diferencian de los sueños normales que se encuentran en la práctica psicoterapéutica en que no permiten una interpretación en el plano subjetivo, es decir, una representación simbólica de los procesos interiores subjetivos. Según Jung no se dejan psicologizar.
Marie Louise Von Franz (1984) sostiene que “El análisis de las personas mayores muestra una gran riqueza de símbolos oníricos, los cuales las preparan espiritualmente ante la proximidad de la muerte” (p. 9). En los últimos tramos de la vida, especialmente cuando esta está por terminar, una y otra vez aparecen sueños que hacen alusión al tema de la muerte. Von Franz no concuerda con Jung en este tema específico. Ya que Jung sostenía que el inconsciente no presta atención a la muerte como final abrupto de la vida del cuerpo y continúa el proceso de individuación como si nada estuviese sucediendo. Von Franz, sin embargo, piensa que el inconsciente realmente cree en la vida después de la muerte. Estos sueños para Von Franz no son expresiones de deseos como podría pensar un escéptico, sino que reproducen, tal como lo demostró Jung disposiciones naturales actuales del alma completamente objetivas e independientes del yo.
Es necesario hacer una diferencia con las experiencias cercanas a la muerte (ECM). En 2008, un equipo de especialistas de la Universidad de Southampton, en el Reino Unido, inició el primer estudio a gran escala de las llamadas experiencias cercanas a la muerte o ECM, que son percepciones del entorno narradas por personas que han estado a punto de morir o que han pasado por una muerte clínica y han sobrevivido. El estudio duró cuatro años y ha abarcado 2.060 casos de muerte clínica por paro cardíaco en 15 hospitales distintos. Se utilizó para tratar de caracterizar este proceso, una sofisticada tecnología de análisis del cerebro y la conciencia humana durante la muerte. La investigación fue completada con test psicológicos y técnicas de registro de la actividad cerebral. Los relatos de los pacientes en su mayoría tuvieron coincidencias significativas, sensación de abandonar el cuerpo, levitar, miedo extremo, serenidad total, seguridad, calidez, absoluta disolución o la visión de una gran luz al final del túnel o de seres que los acompañan en la habitación parados y en posición de espera que según las creencias de cada individuo fueron identificados como el mismísimo Dios, los ángeles o familiares fallecidos. (Martinez, 2013). Marie Louise Von Franz (1984) hace la siguiente diferenciación:
Las experiencias cercanas a la muerte (ECM) son comparativamente más esquemáticas y están impregnadas por la cultura. Las personas en ese estado parecen experimentar algo indecible, que luego completan con imágenes propias de su cultura, mientras que los sueños de muerte son en sí mismos mucho más detallados y gráficos. (p. 9)
Sucede en muchas oportunidades que quien sueña puede intuir la proximidad de la muerte o todo lo contrario, no pensar en ella y no ser conscientes de su inminencia, pero en los sueños sistemáticamente aparecen símbolos brutales que se lo recuerdan muchas veces sin poder ser interpretados. Un reloj de pared que se detiene, un árbol que se seca, un día soleado que súbitamente se convierte en noche, una fruta en estado de putrefacción.
Von Franz (1984) presenta un ejemplo simple y concreto. Una mujer con un cáncer terminal y metástasis en todo el cuerpo permanecía inconsciente en la cama del hospital desde hacía varios días, veinticuatro horas antes de morir abrió los ojos y relató al analista que la acompañaba a su lado el sueño que había tenido.
Estoy de pie al lado de mi cama en la habitación del hospital y me siento fuerte y sana. El sol inunda la habitación. El médico estuvo aquí y dijo: Si señorita X, inesperadamente usted está totalmente curada. Puede abandonar el hospital. Entonces me volví y descubrí en la cama, ¡mi cuerpo muerto! (Von Franz citando a un paciente, 1984, p. 10)
En su análisis del sueño dice que no se puede interpretar como una expresión de deseo porque predice al mismo tiempo con total claridad y brutalidad el final de la vida en el cuerpo. Simplemente, es un mensaje de consuelo del inconsciente, la muerte como una curación y la posible continuación de la vida. Jung solía decir que es necesario para el hombre mayor el familiarizarse con la idea de la muerte para poder afrontarla sin angustias y por supuesto aprender a comprender a través del camino de la individuación los símbolos que nos deja el inconsciente. Lo inconsciente tiene un conocimiento, en él existe un saber, que Jung denomina “saber absoluto” por lo tanto, puede saber y tener información que conscientemente es inalcanzable.
Con esta reflexión se refiere a que ciertos sueños de muerte no se pueden interpretar objetivamente, sino de manera subjetiva e intuitiva, porque tal vez, es posible que esa persona que habla desde las imágenes oníricas, realmente esté ahí y necesita informar de algo fundamental al soñante, explicarle algo. Son sueños raros, pero Von Franz está convencida que ocurren y ha analizado cientos de ellos en su vida.
Jung inició la construcción de un torreón en Bollingen, su casa a orillas del mar. Una vez terminado tuvo sueños recurrentes de que en la otra orilla del mar había un torreón exactamente igual al de él. Luego de cada sueño se reconfortaba, se sentía pleno, entraba a su torreón y decía sentirse en el seno materno, un lugar donde podía volver a ser el que fue, el que es y el que será. Dos meses antes de morir tuvo el siguiente sueño que le relato personalmente a Von Franz:
Desde un lugar desconocido él avanzaba hacia su torreón en Bollingen, que era todo de oro. En la mano tenía la llave y una voz le decía que la construcción del torreón había concluido y que ya se podía instalar. Le llamó la atención la absoluta soledad, no había ni una sola persona y el silencio que reinaba en el lugar. Después vio una orilla del mar. Una hembra de glotón enseñaba a su cría a nadar, dado que todavía no podía hacerlo por sí sola. (Von Franz, 1984, p. 169).
El análisis que realiza Von Franz del sueño es que el torreón fue una vasija del Sí Mismo. El sueño le decía que ahora estaba terminada la casa en el más allá del Sí-Mismo para mudarse a ella. El animal que aparece es lo instintivo que se necesita para adaptarse a la muerte. (Von Franz, 1984).
Bibliografía
Martinez, Y (2013) Resultados del primer estudio a gran escala sobre experiencias cercanas a la muerte. Tendencias científicas 21. Recuperado de: https://www.tendencias21.net/Resultados-del-primer-estudio-a-gran-escala-sobre-experiencias-cercanas-a-la-muerte_a37675.html
Von Franz, M. L. (1984) Sobre los Sueños y la Muerte. Editorial Kairos. España.