Un cuento de hadas no necesariamente es un cuento con hadas o sobre hadas. De por sí, solo un porcentaje ínfimo de ellos contienen en su argumento hadas. La acepción correcta sobre este tipo de relatos sería, según Tolkien (1994) “Un cuento sobre el mundo de las hadas” (p. 87). Tolkien (1994) denomina a este tipo de relatos como “Fantasía, la región o el reino donde las hadas tienen existencia” (p. 89). Fantasía cuenta con muchas más cosas que hadas, a saber, enanos, elfos, gnomos, príncipes y princesas, brujas, gigantes, dragones, niños y adultos, animales antropomórficos, viejos sabios, hechizos, tierra, luna, sol, mares, bosques, buenos muy buenos y malos muy malos y es seguramente el lugar más peligroso del que un niño pueda tener conocimiento. Pueden sobrar algunos elementos o faltar otros, pero si algo es irreductible en el mundo de las hadas es la magia.
La pregunta vuelve a repetirse. ¿Existe la magia?, ¿Existe el mundo de los cuentos de hadas? Tolkien es un creyente ortodoxo y va más allá en su estudio sobre el tema, asegura que existen las hadas y los elfos, al respecto dice “Nuestros destinos discurren por sendas distintas y rara vez se cruzan. Incluso en las fronteras mismas de Fantasía solo los encontraremos en alguna casual encrucijada de caminos” (p. 89). Lo cierto que creer o no creer es algo personal y, por lo tanto, subjetivo y se entraría en una discusión ontológica, quizá exista en el mundo en que vivimos la magia o no, pero si se puede asegurar que existe en el mundo en el que habitan las hadas. Y a ese lugar solo se accede por una puerta que se llama fantasía, puerta que está construida sobre un pilar que es la fe.
Si claudica la fe, si el sinuoso camino nos instruye a dejar de creer, el hechizo se rompe., ha fallado la magia. La magia de Fantasía no es en sí misma un fin, su poder reside en sus manifestaciones; y entre ellas se cuenta el cumplimiento de algunos deseos humanos primordiales.
Tolkien se posiciona en que hay que erradicar dentro de los cuentos de hadas a los falsos cuentos de hadas, entre ellos se ubican aquellos en que los personajes principales son animales antropomórficos, tal el caso de “Los tres cerditos” a estos, dice, habría que enmarcarlos dentro del género de las fábulas donde la magia es inexistente. Sin embargo, Von Franz (1970) ha podido constatar en sus estudios que los niños más pequeños necesitan de este tipo de permisos en los cuentos de hadas y que ellos prefieren los cuentos de animales, puesto que si uno comienza a contarles sobre un príncipe y el diablo, ellos preguntarán ¿Qué es el Diablo? y sucesivamente necesitaran demasiadas explicaciones, pero si se les cuenta “El perro dice al gato”, escucharán con total atención. Y asegura que este tiene que ser el material de base, la forma más profunda y más antigua del cuento. También, asegura Tolkien, es necesario dejar de lado dentro de esta categoría a los cuentos que tienen un final en los que nos enteramos de que el héroe después de sus desventuras se despierta de un sueño, puesto que la magia no existió más que en el sueño y fue una trampa a nuestra credibilidad.
Bibliografía
Tolkien J. R. R. (2008) Los Monstruos, los críticos y otros ensayos. Buenos Aires. Editorial Minotauro.
Von Franz, M. L. (1984) Sobre los Sueños y la Muerte. España. Editorial Kairos.